Le destapó la boca,
-Te necesito- oyó que le susurraban sus labios.
Después, aquellos labios se acercaron a los suyos y lo besaron, dulces, suaves, anhelantes.
¡Su sabor! Arnau se estremeció.
Aledis temblaba.
Su sabor,su cuerpo,... su deseo.
Ninguno de los dos pronunció más palabras.
Aquella noche, Aledis no bajó a espiar a los aprendices.
