sábado, 21 de enero de 2012

eudaimonia

A veces me mira a los ojos y yo finjo que todavía me ve a mí. Esos son los mejores momentos que consigo recaudar estos últimos meses.Pero sé que no.
Sé que sus ojos ciegos no saben ver más allá de aquello que me la arrebató sin piedad. Ya no llora. Ya sabe que está todo perdido. Pero yo soy incapaz de ver que está todo perdido y sufro. Me dijo que no debía pasarlo mal, que ella sufriría por los dos. Pero cada vez que da rienda suelta a su imaginación veo en sus ojos la posibilidad de que me abandone. Hace una semana que vuelve a soñar conmigo. No sé si debería alegrarme. Sí, me alegro. Y desde entonces supe que aunque tenga que pasar más tiempo, siempre, siempre, voy a estar con ella.Porque cuando quise no estar con ella no puede. Vi sus ojos empapados y enrojecidos por el llanto. Y vi sus labios fragmentados por el frío de la lúgubre estancia y temblorosos. Y vi su cuerpo y... y vi su cuerpo. Supe en aquel preciso instante que nunca tendría suficiente valor para irme y dejarla con sus penas. Quería abrazarla, pero no lo hice, ella me lo pidió y yo le respondí que no. Yo sí que quería. Pero ella sólo sería feliz si fuese él quien la abrazase. Tenía el mundo a sus pies y yo terminé de pisotearlo. Media hora después le pedí perdón, y ella, con un valor negativo de dignidad me besó.Pensé que no me besaba a mí, pero recordé que ella sólo besa a quien quiere. Y pensé, ella todavía me quiere. Y poco a poco fueron desapareciendo los llantos de después de amarnos, los silencios, las miradas inexpresivas, sus ganas de abandonar el mundo... Yo seguí junto a ella, y seguiré.

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