miércoles, 7 de marzo de 2012

La Eneida

"Hacía ya rato que Dido lo miraba de reojo; lo recorre todo, de pies a cabeza, con sus ojos, en silencio, y, encendida de ira, le habla así:
-[...] ¿Qué disimulo o qué mayores ultrajes puedo esperar? ¿Acaso se lamentó de mi llanto?, ¿acaso volvió sus ojos hacia mí?, ¿acaso, con padecido, ha llorado o se ha dolido por su amante?, ¿puede haber algo peor? Ya la poderosa Juno y el hijo de Saturno y padre de los dioses no puede mirar con bueno ojos estas cosas. En nada se puede confiar con seguridad. Arrojado a la playa, careciendo de todo, yo lo recibí y, en mi locura, compartí el trono con él; rehice la flota que había perdido, salvé a sus compañeros de la muerte; ahora los augurios de Apolo, los oráculos de Licia y Mercurio, el mensajero de los dioses, enviado por el propio Júpiter, traen a través de los vientos estos horrendos mandatos. ¡Evidentemente, son las órdenes de los dioses las que esa inquietud que turba su tranquilidad! No retengo; ve, sigue a Italia bajo el influjo de los vientos, parte hacia tu nuevo reino a través de los mares."


La Eneida
Virgilio


[un mal día...}

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