viernes, 25 de enero de 2013

Ars absurdi

Dos amigos que no se han visto desde diez años atrás se encuentran en una de las calles más transitadas de la capital en la cual ambos residen. El más alto de los dos reconoce a su antaño compañero gracias al anorak morado que acostumbraba a vestir.
- Hombre, ¡Pedro! - saluda.
- Marciano, por los hados, ¡cuántos años! - responde.
- Ya lo creo, pero menos de mil seguro.
- Uff, menos mal.
- ¿Qué ha sido de ti, amigo?
- Tengo un coche nuevo, una finca con piscina, terrenos, no trabajo porque me casé con una viuda rica y ahora mismo venía de ahogar en el río al hijo que tuve con ésta.
- Vaya, lo típico, siento decirte que mi vida ha estado mucho más llena de aventuras: me hice filósofo y me gano de vida en el ágora junto con mi compinche Sócrates. Sócrates es este cachorrito que traigo en el bolso - le abre su bolsa y aparece la amable cabecita de un gatito.
- Y, ¿qué ibas a hacer ahora?, ¿vendrías a comer algo, así nos quedamos en silencio mirándonos, como en los nuevos tiempos?
- Me encantaría, créeme, Pedro, mas ahora mismo me dirigía a la vía del tren, puede que hoy por fin cometa el eauto-homicidio. Me siento enérgico y lleno de ahínco para realizarlo.
- Pues es lo mejor que puedes hacer, ciertamente. Yo no tardaré mucho, igual dentro de unos mesecitos ya me atrevo. Estoy ahorrando un poquito para un buen traje para la ocasión.
- En ese caso, amigo, espero no volverte a ver nunca.
- Lo mismo te digo, ¡Hasta nunca, qué vaya bien!

2 comentarios: