miércoles, 13 de febrero de 2013

F.GarcíaLorca

HAY ALMAS QUE TIENEN...
Hay almas que tienen
azules luceros,
mañanas marchitas
entre hojas del tiempo,
y castos rincones
que guardan un viejo
rumor de nostalgias
y sueños.

Otras almas tienen
dolientes espectros
de pasiones. Frutas
con gusanos. Ecos
de una voz quemada
que viene de lejos
como una corriente
de sombra. Recuerdos
vacíos de llanto
y migajas de besos.
Mi alma está madura
hace mucho tiempo,
y se desmorona
turbia de misterio.
Piedras juveniles
roídas de ensueño
caen sobre las aguas
de mis pensamientos.
Cada piedra dice:
"¡Dios está muy lejos!"

ENCRUCIJADA

¡Oh, qué dolor el tener
versos en la lejanía
de la pasión, y el cerebro
todo manchado de tinta!

¡Oh, qué dolor no tener
la fantástica camisa
del hombre feliz: la piel,
alfombra de sol, curtida!

(Alrededor de mis ojos
bandadas de letras giran.)

¡Oh, qué dolor el dolor
antiguo de la poesía,
este dolor pegajoso
tan lejos del agua limpia!

¡Oh dolor de lamentarse
por sorber la vena lírica!
¡Oh dolor de fuente
ciega y molino sin harina!

¡Oh, qué dolor no tener
dolor y pasar la vida
sobre la hierba incolora
de la vereda indecisa!

¡Oh el más profundo dolor,
el dolor de la alegría,
reja que nos abre surcos
donde el llanto fructifica!

(Por un monte de papel
asoma la luna fría.)
¡Oh dolor de la verdad!
¡Oh dolor de la mentira!

HORA DE ESTRELLAS

El silencio redondo de la noche
sobre el pentagrama
del infinito.

Yo me salgo desnudo a la calle,
maduro de versos
perdidos.
Lo negro, acribillado
por el canto del grillo,
tiene ese fuego fatuo,
muerto,
del sonido.
Esa luz musical
que percibe
el espíritu.

Los esqueletos de mil mariposas
duermen en mi recinto.

Hay una juventud de brisas locas
sobre el río.

El camino

No conseguirá nunca
tu lanza
herir el horizonte.
La montaña
es un escudo
que lo guarda.

No sueñes con la sangre de la luna
y descansa.
Pero deja, camino,
que mis plantas
exploren la caricia
de la rociada.

¡Quiromántico enorme!
¿Conocerás las almas
por el débil tatuaje
que olvidan en tu espalda?
Si eres Flammarión
de las pisadas,
¡cómo debes amar
a los asnos que pasan
acariciando con ternura humilde
tu carne desgarrada!
Ellos solos meditan dónde puede
llegar tu enorme lanza.
Ellos solos, que son
los Budas de la Fauna,
cuando viejos y heridos deletrean
tu libro sin palabras.

¡Cuánta melancolía
tienes entre las casas
del poblado!
¡Qué clara
es tu virtud! Aguantas
cuatro carros dormidos,
dos acacias,
y un pozo del antaño
que no tiene agua.

Dando vueltas al mundo,
no encontrarás posada.
No tendrás camposanto
ni mortaja,
ni el aire del amor renovará
tu sustancia.

Pero sal de los campos
y en la negra distancia
de lo eterno, si tallas
la sombra con tu lima
blanca, ¡oh camino!
¡pasarás por el puente
de Santa Clara!

LA BALADA DEL AGUA DEL MAR


El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

¿Qué vendes, oh joven turbia
con los senos al aire?

Vendo, señor, el agua
de los mares.

¿Qué llevas, oh negro joven,
mezclado con tu sangre?

Llevo, señor, el agua
de los mares.

Esas lágrimas salobres
¿de dónde vienen, madre?

Lloro, señor, el agua
de los mares.

Corazón, y esta amargura
seria, ¿de dónde nace?

¡Amarga mucho el agua
de los mares!

El mar
sonríe a lo lejos.
Dientes de espuma,
labios de cielo.

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