martes, 14 de mayo de 2013

El viejo y la mar - Hemingway

- El pez es también mi amigo - dijo en voz alta -. Jamás he visto un pez así, ni he oído hablar de él. Pero tengo que matarlo. Me alegro de que no tengamos que tratar de matar las estrellas. Imagínate que cada día tuviera uno que tratar de matar la luna - pensó -. La luna se escapa. ¡Pero imagínate que tuviera uno que tratar diariamente de matar el Sol! Nacimos con suerte, pensó.



Allá arriba, junto al camino, en su cabaña, el viejo dormía nuevamente. Todavía dormía de bruces y el muchacho estaba sentado a su lado contemplándolo. El viejo soñaba con los leones marinos.

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