lunes, 20 de mayo de 2013

Introducción "Memoria de mis putas tristes", G.G. Márquez

El año de mis noventa años quise regalarme una noche de amor con una adolescente virgen.

Esto es algo nuevo para mí. Yo era ignorante de las artes de la seducción y había elegido siempre a mi novia por una noche al azar, más por su precio de sus encantos, y habíamos hecho el amor sin amor, a medio vestir la mayor parte del tiempo y siempre en la oscuridad, por lo que podríamos imaginarnos a nosotros mismos como mejores de lo que se ... Esa noche descubrí el placer inverosímil de contemplar el cuerpo de una mujer dormida sin las urgencias del deseo o los obstáculos de la modestia.
Es un triunfo de la vida que las personas de edad pierden la memoria de las cosas no esenciales.
No se masturban con el tiempo, el tiempo es una herramienta que talla lejos nuestro exceso, como un cincel chips de distancia de mármol para mostrar una obra de arte.
Nunca he ido a la cama con una mujer que no pagó ... el momento en que tenía cincuenta hubo 514 mujeres con las que yo había estado al menos una vez ... Mi vida pública, en cambio, carecía de interés: los dos padres muertos, un soltero sin futuro, un periodista mediocre ... y un favorito de los caricaturistas por mi fealdad ejemplar.

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