jueves, 17 de febrero de 2011

El caminante, Charles Dickens

- ¿Qué haces aquí?- le preguntó el soldado.
- ¡Recordar!
El anciano, que se parecía al hombre del bosque y también al joven leñador, añadió:
- ¿Por qué no te quedas a recordar conmigo?
El soldado se sentó junto al anciano, y la mujer de la cabaña y los dos niños se acercaron a él. ¡Eran sus amigos!
Pero comprendió que no podían hablarle, que eran los recuerdos del anciano que habían tomado vida en el bosque y que, cuando él se marchara, se quedarían allí para siempre.

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