domingo, 21 de abril de 2013

El proceso - F. Kafka

- Usted pertenece a la sociedad que yo debo combatir, pero se encuentra cómoda en ella, ama incluso al estudiante, y, si no le ama, lo prefiere al menos a su marido. Así podía deducirse claramente de sus palabras.
- ¡No!- gritó ella, y permaneció sentada y cogió la mano de K., que éste no pudo retirar lo bastante deprisa.- No puede irse ahora, no puede dejarme con un juicio falso sobre mí! ¿Sería realmente capaz de irse ahora? ¿Tan poco valgo que ni siquiera usted desea hacerme el favor de quedarse un ratito más?


Pero esta era precisamente la explicación que no quería dar, sobre todo porque no correspondía a la verdad, ya que sólo había venido a curiosear, o bien - lo que aún resultaba más inverosímil como explicación- movido por el deseo de comprobar que el interior del tribunal era tan repugnante como su exterior. Y sin duda parecía tener razón al suponerlo así.



- Puede que ninguno de nosotros tenga mal corazón, quizá nos gustaría ayudar a todo el mundo, pero, como funcionarios del tribunal, podemos causar fácilmente la impresión de que tenemos mal corazón y no queremos ayudar a nadie. Esto es, justamente, lo que más me hace sufrir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario