domingo, 4 de diciembre de 2011

El universo translúcido

“El gran universo translúcido” es el grupo de filosofía en el que me encuentro. Gente ajena a nuestro grupo menciona que se trata de una secta, donde nos engañan y juegan con nuestros sentimientos, y lo que es peor, con nuestra salud, por unos míseros euros. Pero todos nosotros, hermanos, no creemos esas barbaridades, pues sabemos que Luis García, nuestro gran hermano consejero, nunca nos haría daño, sabemos que a el todo lo material no le importa, él siempre velará por nuestra seguridad y por nuestra paz, para que sintamos lo que realmente es la felicidad.

Hay gente que se unió a nosotros para recuperarse de malos sentimientos, algunos por vulnerar alguna ley y acabar en la cárcel, otros por vivir recelosos toda la vida de las personas que les rodean, ya que les hicieron mucho daño. También hay gente que ha ingresado para olvidar sus rutinas y escuchar la mezcla perfecta de estabilidad y calma que emiten las palabras de nuestro gran hermano consejero.

Para toda esta gente, nuestro gran hermano consejero, trabaja y nos habla día a día haciéndonos sentir mucho mejor que cuando teníamos aquella mísera vida.

Yo ingresé en este grupo de filosofía porque perdí todo lo que tenía: mis padres murieron en un accidente de tráfico, junto a mi hermana que les acompañaba. Perdí mi trabajo pues mis jefes creían que mi depresión era insuficiente motivo para dejar de trabajar. Un año después de todo esto, mi mujer me abandonó y se llevó con ella a mis hijos. No me quedaba nada, y a las pocas semanas de entrar en “El gran universo translúcido, me sentí totalmente lleno de paz y vitalidad.

Para entrar, como atenta, correcta y comprensiva persona que es, solamente nos pidió nuestro número de cuenta bancaria y 1900 euros para pequeños gastos de la comunidad; como vienen a ser nuestras túnicas para demostrar que no nos importan los bienes materiales, nuestras velas, para poder relajarnos, nuestros libros con nuestras oraciones dirigidas a nuestro gran hermano consejero, para agradecerle mediante la meditación todo lo que hace por nosotros, y también para unos tubos con líquidos que tiene bajo llave en un armario nuestro gran hermano consejero, muchas veces le hemos preguntado para qué sirven, y él siempre nos ha respondido que ya lo sabremos al llegar su momento.

Recuerdo una vez, en una de nuestras reuniones, que nos enseñó un vídeo donde se veían grandes reyertas que abundan en nuestro día a día, y él, tan afable como siempre, nos moralizaba de que si seguíamos en comunidad, siguiendo sus pasos y consejos, encontraríamos el camino perfecto para evitar estas reyertas tan frecuentes y sentir la verdadera paz interior.

Unos meses más tarde, nuestro gran hermano cambió raramente su carácter, nos comentó en una reunión que se veía con la soga al cuello, pues la policía andaba tras sus pasos, supuestamente por cometer alguna irregularidad con hacienda.

Nosotros, decidimos vender algunas propiedades que teníamos para ayudarlo, pero no basto con ese dinero, y dándose cuenta de nuestra ductilidad, nos dijo que llegaba el momento de saber qué contenían los tubos de líquido que guardaba bajo llave; que por fin había llegado el momento de alcanzar un universo lleno de felicidad e ilusión sin necesidad de ninguna llave ni ganzúa, solamente teníamos que beber el líquido de esos tubos, que como él llamaba, eran bebidas divinas.

Todos estábamos muy alegres al oír esas sinceras palabras que nos llenaban de ilusión y nos hacían ver que había llegado el momento que toda persona de nuestra comunidad espera: llegar al “Gran Universo Translúcido”, y nada más disponernos a beber, vimos que por la puerta entraba una patrulla de policías, que esposaron al gran hermano consejero, y a nosotros nos quitaron los tubos de bebida divina a la fuerza. Después de eso tuvimos que ir a comisaría a declarar todo lo que sabíamos de nuestro grupo espiritual.

Después de algunas terapias psicológicas, y de saber cuál era el verdadero contenido de los tubos de bebida, que no era divina, sino veneno, estoy agradecido de por vida a Dios por aquella intervención policial que sin duda, nos salvó de un nefasto final y nos hizo ver lo patéticos que éramos.

Del estafador de Luis García sólo sé que le han condenado a muchos años de cárcel, y espero que al salir, no le queden ganas de seguir engañando a gente demasiado ignorante, como lo he sido yo.

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