"Pronuncié su nombre para mis adentros. Era fácil de decir, y estaba acostumbrada a repetirlo desde hacía mucho tiempo. Luego volví a decirlo. Esta vez en voz alta. Wes, dije.
Abrió los ojos pero no me miró. Simplemente se quedó sentado donde estaba y miró a la ventana. Linda la Gorda, dijo. Pero yo sabía que no se trataba de ella. No era nada, sólo un nombre. Wes se levantó, echó las cortinas y el mar desapareció como por ensalmo. Fui a preparar la cena. Aún teníamos un poco de pescado en la nevera. No quedaba mucho más. Esta noche haremos limpieza, pensé, y eso será el fin de todo."
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