sábado, 8 de diciembre de 2012

Amor se escribe sin hache - J. Poncela

"-Pues la verdad es que me ha decepcionado usted. Dispararse un tiro en la cabeza no es un suicidio apropiado para un caballero de España.


-¿Qué debí hacer entonces?


Rudyard contestó con aire grave y gesto enérgico.


-Debió usted clavarse una banderilla en el corazón."

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"Por la calle, en los "cabarets", en los espectáculos, veía muchachas muy jóvenes y muy lindas acompañadas de viejos repugnantes y litiasirenálicos, desbordantes de dinero y de lascivia.

-¿Por qué permite Dios -se preguntaba- que la carne divina de las mujeres se manche de babas? Y ellas, ¿por qué son tan marranas que lo toleran?"

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"Seguía siendo un ingenuo, y lo sería hasta la tumba. Porque un hombre puede olvidarse de una mujer a la que ha amado durante un mes. Pero una mujer no se olvida nunca de un hombre al que ha amado durante diez minutos."


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"--Me sobra dinero -dijo Fermín-. Ayer mismo estuve pensando lo que podría hacer con el dinero que me sobra. Dudaba entre edificar un sanatorio de tuberculosos o montar una fábrica de patatas fritas.


--Da lo mismo -aclaró Zamb-. Y para las dos cosas tendrías mucho público.


--Pero hoy ya no dudo. Los tres millones que no me hacen falta, pasarán a tu poder.


--Pues, chico, no te doy las gracias, porque me parece inadmisible utilizar esa fórmula, que se emplea cuando le regalan a uno un cigarrillo, para responder al regalo de tres millones de pesetas.


--Sí, verdaderamente... Debía de existir otra palabra más importante para estos casos. Digan lo que quieran, el idioma español es pobre, ¿no?


--No es que el idioma español sea pobre. Lo que sucede es que hasta ahora no se había dado el caso en España de que un amigo le regalase a otro tres millones de pesetas, y, ¡claro!, no ha hecho falta inventar esa palabra nueva, que exprese el agradecimiento máximo...


--¿Y por qué no la inventas tú? Puesto que el caso se ha dado ya, es necesario inventar la palabra.


--Espera, a ver...


Zambombo estuvo un rato pensativo, mientras el auto corría, remontando la calle de Alcalá.


--¿Qué te parece carchofas?


--¿Cómo?


--Carchofas. En lugar de decir: "¡Muchas gracias!", se diría: "¡Muchas carchofas!". Y en vez de decir: "Te quedo muy agradecido", decir: "Te quedo muy acarchofado..." ¿Te gusta?


--Sí. Es bonito. Pero como se lo digas a otro que no sea yo, te rompen una pierna...


--Es que nadie en el mundo me volver a regalar tres millones de pesetas y, por lo tanto, no tendré que decírselo a nadie.


--En ese caso...


--En ese caso, Fermín -concluyó Zamb algo emocionado-, ¡te doy miles de "carchofas" por tu gigantesco regalo y te juro solemnemente que mi "acarchofamiento" será eterno!..."

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