"Debemos imaginarnos a don Quijote y su escudero como dos siluetas pequeñas que van caminando allá a lo lejos, sobre un fondo de dilatado crepúsculo encendido, y cuyas negras sombras, enormes, y una de ellas especialmente flaca, se extienden sobre el campo abierto de los siglos y llegan hasta nosotros."
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